sábado, 2 de diciembre de 2017

Sin militares



Hace 69 años, un 1 de diciembre de 1948, Costa Rica, luego de una la guerra civil, abolió de un mazazo el ejército. Se convirtió en un país sin fuerzas armadas.
Nacer y crecer en un país sin ejército es un asunto que atraviesa mi vida.
En España, me he topado con tanques y hombres vestidos de verde olivo y armas pesadas que no me gustan.  He conocido hombres que son llamados por su grado militar.
He conversado con personas que se asumen pacifistas pero defienden los status militares y la existencia de esa institución. También he coincidido con feministas que no cuestionan el significado de la palabra militar, llegando a justificar la existencia de las fuerzas armadas.
No concibo el feminismo que aplaude el ejército. Que justifica una de las instituciones, sino la más, violenta y patriarcal del estado. Un feminismo que no es capaz de mirar que las fuerzas armadas y sus orondos militares, reproducen la violencia de este sistema patriarcal, capitalista, racista y colonial.
Olvidan con relativa facilidad que han sido los militares quienes intervienen los territorios, que según la mirada imperial/colonial patriarcal, necesitan ser salvados, justificando la descarga de bombas y balas en países como Palestina, Afganistán, Siria, etc., donde son las mujeres y las niñas quienes sufren con mayor intensidad la violencia.
Un feminismo “blanco y privilegiado” de una izquierda, incapaz de mirar que detrás de los bombardeos hay personas que mueren. Y bueno por lo general son machos quienes dan las órdenes de apuntar, de bombardear y de matar. Esos machos se constituyen en responsables de aniquilar la vida, destruyendo poblaciones enteras.
No concibo un feminismo que aplaude los ejércitos, los que han sojuzgado a lo largo de la historia territorios y culturas. Rechazo un feminismo que pase por alto que han sido y siguen siendo los ejércitos quienes nos depredan, violan, matan, siendo parte esencial en ese entramado de poder patriarcal, racista y colonial responsable de la rapiña del mundo y fundamentalmente de las mujeres.
Venga que no soporto el ejército, ni el de España ni el de ningún país.
 Pues eso, lo relacionado con las fuerzas armadas y todo lo que huela, se vea y sea militar, es un asunto que se me hace incomprensible; me choca, me chirría, lo aborrezco, me da repulsión y reconozco también me provoca un poco de miedo.
Recuerdo que hace tres años, en una clase de Derecho Constitucional, el profesor explicaba con gran verbigracia manteniendo entre sus manos la Constitución Política lo relativo a las Fuerzas Armadas del Estado Español: grados militares, atribuciones y cosas así
Mis compañeros y compañeras, latinoamericanos y españoles no paraban de hacer preguntas y de contar sobre las fuerzas armadas en sus países y de los horrores que han provocado en la historia y también al día de hoy.
 Yo, sencillamente no entendía. Miraba de un lado a otro. Esa discusión me era ajena.
- No comprendo nada de nada. Dije en voz alta. 
Algunas personas de la clase me miraron y el profesor me preguntó:
¿De qué país vienes?
-Nací en Costa Rica. 
-Pues no tienes por qué entender. Me respondió
-Costa Rica es un país que no tiene ejército, le dijo el profesor al resto de la clase.
Ese día, lo reconozco, sentí cierto orgullo de matria o bien semejante a eso que llaman orgullo patriótico.
Y es que esa frase de Ryoichi Sasakawa: "Dichosa la madre costarricense que sabe, al dar a luz, que su hijo nunca será soldado", es una frase que nos debe llevar a defender el derecho de todos los seres humanos a vivir en paz, con justicia.
Hay mucho aun que recorrer y por mejorar en el país de la "pura vida" y la "felicidad", para que avance en materias de Derechos Humanos, justicia social e igualdad. Hay que seguir luchando contra quienes quieren militarizarnos.
Siempre debemos combatir y resistir, transgrediendo todos los mandatos, para que nunca, nunca las milicias, fuerzas armadas o milicos a secas, lleguen a poner un pie en Costa Rica, ni tampoco en ninguna otra parte del mundo.

Ana Marcela Montanaro.
Madrid, 1 de diciembre de 2017