martes, 16 de abril de 2024

Costa Rica; feminismo, neoliberalismo y salud pública

 


Hay algo que me chirría en lo que expresa la señora Melania Vega en su respuesta al presidente de Costa Rica, Rodrigo Chaves. Si bien dice sentirse orgullosa de ser doctora, ser médica especialista, trabajar para la Caja Costarricense del Seguro Social y de estudiar derecho, en ningún momento hace una defensa de lo público, no hay una defensa del sistema público de salud costarricense. Es más, no habla de jornada laboral, sino que ella habla de jornada de producción, usando un lenguaje en el mismo tono neoliberal y con olor a producción industrial en serie.

Pienso en  Rodrigo Chaves, presidente de Costa Rica y aspirante a Trump y a Milei; pienso en  Rodrigo Arias, Pilar Cisneros, Eli Feinzaig,  en diputadas, diputados PLN- PUSC, o aquellos del PAC de memoria poco grata, o en cualquier empresario de cámaras empresariales, quienes abogan por  mayor productividad,  jornada de producción en lugar de jornada laboral, y que llaman “colaboradores” a los trabajadores. Usualmente son ellos y ellas, los que se expresan claramente en esa cadencia  neoliberal, pero esta vez lo hizo la médica.

El neoliberalismo permea todo,  incluso a los trabajadores, incluso a los funcionarios públicos y también a una trabajadora, como es Melania, que por más especialista en medicina, sigue siendo una asalariada del estado y de una institución esencial para salvaguardar la vida digna y la salud de la clase  trabajadora que cotiza para pagar el salario de los profesionales especialistas y mantener con vida la Caja Costarricense del Seguro Social. 

Sí,  quienes acuden a la Caja Costarricense del Seguro Social, tienen derecho a la salud y a la atención médica. Y es que  el sistema de seguridad costarricense se basa en la solidaridad y en los aportes de la clase trabajadora, patronos y estado. Sí, las personas trabajadoras cotizan, mes a mes, para pagarles el salario a los médicos y a la Dra.

Melania, mucho menos habla de las jornadas extraordinarias de trabajo, por mucho extenuantes y poco sanas para cualquier persona trabajadora, como lo es ella. Tampoco refiere a la necesidad de más médicos especialistas, parece que este tema es casi vedado para la discusión.

Los pacientes que atiende, al final para ella y para la misma institución, son números. Y es que así se expresa el neoliberalismo en números, en estadísticas para medir la eficiencia y la productividad. Luego, al mejor estilo del individualismo neoliberal, la médica Vega, nos señala sobre los 1723 pacientes, o sea personas atendidas, las cirugías y demás procedimientos médicos que ha realizado, y que ella calcula en  190 millones de colones el costo de atención, mencionando que es lo que ella, o cualquier otro médico, ganaría en la medicina privada o lo que le deberíamos pagarles en la privada.  Olvida que fue la clase trabajadora costarricense, que ya  pagó parte de su salario.

Melania, ni siquiera hace una reflexión sobre ética y la solidaridad que existe en el sistema de seguridad social costarricense, sino que se enfoca en su posibilidad de lucro.  Claro está, quienes son especialistas en medicina, merecen salarios justos, jornadas de trabajo dignas y también de descanso.

Siguiendo con el lenguaje del post, usado por Melania. La médica Vega  Oreamuno, se siente orgullosa de hacer trabajo excesivo. Tal y como lo hicieron algunas diputadas cuando se discutía la ampliación de la jornada laboral, la llamada 4 /3, sea 4 días de trabajo de 12 horas cada uno por 3 de descanso.

Las personas trabajadoras tenemos derecho a una jornada laboral. Quienes trabajan  atendiendo seres humanos enfermos,  también cumplen una jornada de trabajo, pero al parecer, al menos para Melania no es jornada laboral sino una jornada de producción.  Atender personas enfermas no un proceso de producción, tal y como dice la médica,  al estilo de maquila industrial, o de producción en masa,  que refiere a mayor eficiencia, menores costos y tiempos de producción más rápido. Una pena que médicos y médicas de la seguridad social costarricense piensen así.

 Melania la Dra., obvia la conciliación familiar y los cuidados, algo que las feministas hemos puesto en el centro del debate para hacer frente al desmantelamiento de lo público, incluida el sistema de salud.  Sí, la vida digna, la solidaridad y los cuidados como esenciales.

Pues eso, que la médica habla al mejor estilo neoliberal; recalca la meritocracia, el individualismo, el discurso de la producción, el lucro, las estadísticas,  la eficiencia, su derecho a ganar mucho dinero por ello. Claro está, mientras otros, las grandes mayorías trabajadoras no llegan a fin de mes o  apenas les alcanza un salario mínimo de vergüenza en un país donde el costo de la vida es altísimo.

La salud es un derecho, no puede estar supeditado al individualismo, ni al gremialismo, ni a los buitres que aspiran la privatización de lo público. La salud es un derecho humano, y no puede estar supeditado al lucro, tampoco a los intentos de los  gobiernos de turno por destruir una de las instituciones más importantes de Costa Rica.  Y es que a la Caja Costarricense de Seguro Social, el estado le adeuda dinero. 

La salud, tiene que ver con la defensa de la institucionalidad, la defensa de los servicios públicos y no, no es el chantaje de irse a la medicina privada, bajo el sacrosanto derecho de la libertad de elección.

El derecho a la salud, tampoco es la retórica del feminismo de la prosperidad neoliberal, con que nos habla Vega,  ese  que nos indica ser exitosas y romper  los techos de cristal. Ese feminismo de los discursos del éxito empoderado. 

Y es que cada vez, que alguna mujer rompe los techos de cristal,  los cristales rotos serán otras mujeres las que los recogerán con sus pies pegados  al lodo. Los limpiarán aquellas mujeres que trabajan por salarios de hambre y jornadas extenuantes, sin espacios de cuidado, ni para ellas ni para sus criaturas y muchas veces sin siquiera seguro social.

Urgen más médicos y médicas especialistas, urgen salarios justos para las personas trabajadoras,  sobre todo para las que menos ganan; trabajadores del campo, en las plantaciones de piña, en las plantaciones de banano, trabajadoras de zonas francas; urgen salarios justos para las trabajadoras del hogar,  para las jornaleras; salarios justos para choferes,  para las maestras,  para secretarias, salarios justos,  para profesionales en medicina, para profes de universidad, para conserjes, para barrenderas, para quienes recolectan  la basura. Salarios justos, cuidados y jornadas de trabajo menos extenuantes para la clase trabajadora, la que madruga y genera riqueza. Urge ética, solidaridad y lazos de comunidad urge también, dosis de realidad.

El feminismo combativo y de clase, nos enseña que nadie debe quedarse atrás. Más igualdad y menos desigualdad.  Los cuidados en el centro. Más justicia social  y defensa de lo público, más lo colectivo, menos individualismo y más insumisión ante un sistema que nos depreda.

Un trabajo digno, jornadas de trabajo justas, salarios justos y derecho a la salud, son derechos consagrados constitucionalmente. 

No es ponernos a pelear entre quienes estamos abajo, sino más bien luchar para ensanchar la justicia social. Sí, el acceso a la salud es un derecho y es democracia.

No me refiero a la ortografía de la médica, esperemos que acentúe el pulso, pero eso se lo dejo a los profesores de derecho.

Ana-Marcela Montanaro


sábado, 13 de abril de 2024

Nuestra Pancha Carrasco, nuestra memoria Panchita




Cada vez que alguien que en Estado español, con voz y mirada racista, se refiere a nosotras, las personas latinoamericanas migrantes, como “Panchitas” a mi me da por recordar a Francisca “Pancha” Carrasco.
Mujer insumisa, que en 1856 empuñó el fusil y luchó contra los filibusteros que desde Estados Unidos querían adueñarse de Centroamérica y someter a este territorio al dominio yankee imperialista.
Pues eso, cuando me llaman Panchita, recuerdo la fuerza de la memoria y la resistencia de la vida de Francisca Carrasco,
Pancha Carrasco, una mujer centroamericana, que nos heredó fuerza y valentía feminista para resistir al imperialismo de los Estados Unidos. Ella, quien con su fuerza y solidaridad, nos recuerda que la búsqueda de la verdadera independencia, autonomía y libertad no se ha logrado en Centroamérica y particularmente en Costa Rica.
Sí soy Pancha, soy Panchita insumisa. A mucho orgullo soy Pancha. Pancha Carrasco, memoria como guía.

Francisca Carrasco, nació en Cartago- Provincia de la Capitanía General de Guatemala Virreinato de Nueva España- Imperio español, el día 8 de abril 1816, murió el 30 de diciembre de 1890, en San José, Costa Rica, territorio ya formalmente independiente del Imperio español. Y eso fue lo que ella defendió, la libertad con una perspectiva antiimperialista y de búsqueda del bien común.
En 1994, nuestra Pancha, fue declarada heroína de la República de Costa Rica.
Nos quedan deudas, con ella, con la memoria de las abuelas y sobre todo con las mujeres excluidas, las migrantes, las indígenas que resisten y se enfrentan al colonialismo, al neoliberalismo al legado criollo y a la violencia del estado costarricenses, la clase política en alianza con los empresarios, hombres y mujeres que en los fragmentos, miran a los nortes en busca de ser lo que no son.
Madrid, 13 de abril y primavera 2024
Ana-Marcela Montanaro

#antirracismo #feminismo #decolonial #descolonial #feminism #feminismos

jueves, 8 de febrero de 2024

Enid Cruz Ramírez: Un feminismo sin paredes





Enid Cruz Ramirez, gracias por dar el paso y poner tu cuerpo en el proceso electoral municipal que culminó el domingo. No te voté por ser mujer. Yo de ese feminismo paso, porque no creo en la sororidad abstracta ni el empoderamiento que hoy nos venden las retóricas de feminismo frívolo y de identidades fragmentadas sin ningún tipo de perspectiva por construir comunidad. 

Te voté por ser una mujer con conciencia de clase, una mujer valiente, de izquierdas y una mujer coherente. Una mujer que ha tejido siempre lo colectivo echando andar un feminismo situado. El feminismo que has ayudado a construir está lejos de las retóricas neoliberales y frívolas que hoy campean en muchas de las expresiones del feminismo de la prosperidad y del género empoderado, esos feminismos que se parecen más a una sociedad anónima o a un club, haciéndose cómplices de la exlcusión y que bajo las retóricas de la equidad y sorororidad abstractas, fragmentan luchas sin ninguna aspiración real a la transformación radical, sobre todo para las mujeres empobrecidas y excluidas por este sistema colonial-racista-capitalista-patriracal.

Gracias, Enid, por plantarle cara a lo rancio, a las políticas excluyentes, al bipartidismo religioso, clientelar y corrupto, que aunque se vista a la moda, de género y equidad, sigue siendo lo mismi-tico, ese bipartidismo que ha empujado el neoliberalismo, al fundamentalismo religioso y a los autoritarismos. Por plantarle cara a los señoros y señoras, esos que cambian de ideas de acuerdo a su interés clientelar de trepar en lo local y nacional.
Te voté por tu fuerza, por la coherencia que te habita.

Es necesario contar la historia de ese feminismo del que aprendimos tantas, ese que echaste andar de la mano del Dr. Luis Guillermo Ortiz, nuestro Doctor Ortiz en el  Hospital sin Paredes, escribir  la historia de  Musade... El programa de defensoras populares, los grupos de ayuda y ese camino empedrado que has/hemos alivianado a tantas mujeres, caminos que has/hemos acompañado. Poner con tinta y sobre papel, el feminismo con conciencia y coherencia del que has sido partícipe.

Gracias por ser maestra y compañera de tantas de nosotras, por enseñarnos del feminismo siempre transgresor, situado, sin pretensiones, el feminismo necesario, ese que es verdadaderamente revolucionario. Ese que nunca ha sido excluyente, ese feminismo que suma compañeros y luchas por vidas que merezcan la pena ser vividas.

¡Un feminismo sin paredes!

Gracias, compañera. Maestra, siempre. 

Ana-Marcela Montanaro
AMS invierno y 5 de febrero 2024