domingo, 9 de abril de 2023

Enfermedad, muerte, facebook y tik tok

 

El fallecimiento del periodista Gerardo Zamora, conmueve a Costa Rica. Sin duda, una triste noticia.
Desde hace un tiempo el cáncer que lo aquejaba, generó en redes un espectáculo y una exposición mediática de la enfermedad.
Desde ayer y luego del fallecimiento del periodista, las redes en Costa Rica muestran sin pudor la glorificación religiosa en toda su magnitud. La religiosidad costarricense es cotidiana, pero este caso la muestra en su esplendor.
Su muerte, fue el capítulo que culminó el recorrido del espectáculo de la exaltación religiosa del dolor, la enfermedad y la idealización de una mítica feminidad. Alucinante. Vida, enfermedad y muerte. Neoliberalismo, religiosidad y sacrosanta sumisión femenina. La Caja Costarricense del Seguro Social convertida en una sucursal de milagros divinos.
Las redes sociales, la prensa y parte del cotilleo rosa costarricense pusieron el foco en la enfermedad, la muerte y la redención a la vida eterna. Mostraron las redes sociales a un hombre enfermo gravemente y a su mujer, bonita e inteligente, que no dejó de cuidarlo. La familia vista como perfecta, con recursos económicos, blanca y educada. Una pareja de personas guapas, marido y mujer y sus dos criaturas. Que luego fueron tres. El difunto cuasi santificado y la mujer que lo cuidó con aire virginal, de la perfección de la femineidad maternal inexistente, pero que pervive y vende.
Nadie puso el foco en el reparto de los cuidados y la obligación estatal de asumirlos. Tampoco, se habla de la crisis de la salud púbica y de la crisis que enfrenta la Caja Costarricense del Seguro Social, a causa de los recortes provocados por los políticos de ayer y los de hoy.
La pareja de profesionales periodistas, ambos con un manejo impecable del verbo, pusieron a la venta la imagen, la enfermedad, la cotidianidad y la muerte. Y muchas personas fueron convertidas en espectadores.
Para las navidades pasadas, la pareja fue al Hospital México , uno de los más grandes que tiene la seguridad social costarricense, pero en lugar de llamarlo por su nombre lo bautizaron como “fábrica de milagros” y fueron a repartir panetones Bimbo a los funcionarios sanitarios, personas que son imprescindibles para que el derecho humano a la salud sea garantizado en la vida digna, en la enfermedad y en la muerte digna.
Algo que me llamó la atención es que la pareja de periodistas,no mencionó la salud como derecho sino como “milagro”. Para proceder luego, eso sí, a repartir los panetones, al tiempo que anunciaban la marca comercial agradeciendo con especial estima angelical, a los funcionarios que sostienen la vida en un hospital público. Todo giraba en los milagros. No hicieron ni uan sola referencia a la importancia de la Caja Costarricense del Seguro Social. Ni siquiera mencionaron una palabra sobre el valor humano de los servicios públicos, sobre la necesidad de los cuidados y la obligación del estado en procurarlos.
En aquel vídeo, no hubo ni siquiera una palabra en defensa del derecho humano a la salud y la importancia de la solidaridad en una comunidad.. Al contrario, en ese video sí hubo una mención especial a Bimbo y sus panetones. Todo Dios. Todo marcas comerciales.
Y luego nos preguntamos ¿por qué en Costa Rica no hay un movimiento fuerte en defensa de la salud pública?
Que no quede duda, para la mayoría de la población, lamentablemente, la salud es vista como un milagro y la caja asumida como una fábrica de milagros, al mejor estilo Disney.
Mientras tanto, me repito como mantra, que los hospitales no son fábricas de milagros,que la sanidad pública se sostiene con el pago de las cuotas de la seguridad social, porque es un derecho de la gente y una obligación del estado brindar salud pública a la población en igualdad de condiciones. Que la seguridad social costarricense es una de las mejores que hay en América Latina y que es reconocida a nivel mundial.
Y si bien la gente tiene derecho a creer en los milagros, la seguridad no se sostiene por milagro, tiene presupuesto público, porque es reconocida constitucionalmente, y porque los seres humanos tenemos derecho a la salud pública de calidad. Que el personal santario merece condiciones dignas en su trabajo, personas que forman parte de un sistema que garantiza la salud a la gente costarricense, sin mirar si es rico o pobre, estudiado o analfabeto.
Ayer mismo, luego del lamentable fallecimiento de Gerardo Zamora, un hombre Richard Gerli, pastor, consejero religioso de los Hombres de negocios, escribió en sus redes sociales,que a solicitud de un profesional en psicología, logró que Gerardo entregase su vida a Jesús. Divulgando, la vida privada del periodista y su mujer. La esposa sumisa, y el enfermo, que un tiempo caminó a la deriva, todo de acuerdo a lo que dice el señor.
La enfermedad, la muerte, el dolor convertido en un espectáculo religioso, avalado por la gente; la de a pie, la de autobús y la del cochazo. Todo una mercadotecnia al mejor estilo del bimbo en tik tok. Toda la exaltación de la religiosidad.
Los terceros convertidos en audiencia asisten a un espectáculo. La enfermedad y la muerte convertidas en un espasmo comercial. Un duelo, al mejor postor. Los discursos religiosos, con pompa y esplendor, como si no bastasen los de la Semana Santa. como si no bastasen los de los pastores de atril y curul.
Y todavía nos preguntamos acerca de las razones del avance del fundamentalismo e integrismo religioso en Costa Rica. Hoy por las redes, toda esta deriva de la religiosidad es expuesta sin recato. Aplaudida por las mayorías y expuesta por unos y otros, también por les unes y les otres.
Los medios de comunicación sacan provecho del duelo con una nauseabunda religiosidad. Hay un silencio en redes frente a este espectáculo, supongo que hay afectos de por medio. No lo sé, tampoco me interesa. A mi esto me resulta de lo más grotesco. La espectacularización religiosa del dolor.
En medio de esa mezcla de miedo y repugnancia afirmo: Costa Rica país plagado de silencio endogámico, conservadurismo; además de hipócrita, misógino y clasista. Racista, muy racista. Familia, Dios y propiedad privada. Enfermedad, muerte, facebook y tik tok.
¿Intimidad?, de eso es mejor no hablar, esa no vende.
Que la tierra le sea leve a Gerardo.
A su familia, paz.
Ana-Marcela Montanaro