martes, 16 de abril de 2024

Costa Rica; feminismo, neoliberalismo y salud pública

 


Hay algo que me chirría en lo que expresa la señora Melania Vega en su respuesta al presidente de Costa Rica, Rodrigo Chaves. Si bien dice sentirse orgullosa de ser doctora, ser médica especialista, trabajar para la Caja Costarricense del Seguro Social y de estudiar derecho, en ningún momento hace una defensa de lo público, no hay una defensa del sistema público de salud costarricense. Es más, no habla de jornada laboral, sino que ella habla de jornada de producción, usando un lenguaje en el mismo tono neoliberal y con olor a producción industrial en serie.

Pienso en  Rodrigo Chaves, presidente de Costa Rica y aspirante a Trump y a Milei; pienso en  Rodrigo Arias, Pilar Cisneros, Eli Feinzaig,  en diputadas, diputados PLN- PUSC, o aquellos del PAC de memoria poco grata, o en cualquier empresario de cámaras empresariales, quienes abogan por  mayor productividad,  jornada de producción en lugar de jornada laboral, y que llaman “colaboradores” a los trabajadores. Usualmente son ellos y ellas, los que se expresan claramente en esa cadencia  neoliberal, pero esta vez lo hizo la médica.

El neoliberalismo permea todo,  incluso a los trabajadores, incluso a los funcionarios públicos y también a una trabajadora, como es Melania, que por más especialista en medicina, sigue siendo una asalariada del estado y de una institución esencial para salvaguardar la vida digna y la salud de la clase  trabajadora que cotiza para pagar el salario de los profesionales especialistas y mantener con vida la Caja Costarricense del Seguro Social. 

Sí,  quienes acuden a la Caja Costarricense del Seguro Social, tienen derecho a la salud y a la atención médica. Y es que  el sistema de seguridad costarricense se basa en la solidaridad y en los aportes de la clase trabajadora, patronos y estado. Sí, las personas trabajadoras cotizan, mes a mes, para pagarles el salario a los médicos y a la Dra.

Melania, mucho menos habla de las jornadas extraordinarias de trabajo, por mucho extenuantes y poco sanas para cualquier persona trabajadora, como lo es ella. Tampoco refiere a la necesidad de más médicos especialistas, parece que este tema es casi vedado para la discusión.

Los pacientes que atiende, al final para ella y para la misma institución, son números. Y es que así se expresa el neoliberalismo en números, en estadísticas para medir la eficiencia y la productividad. Luego, al mejor estilo del individualismo neoliberal, la médica Vega, nos señala sobre los 1723 pacientes, o sea personas atendidas, las cirugías y demás procedimientos médicos que ha realizado, y que ella calcula en  190 millones de colones el costo de atención, mencionando que es lo que ella, o cualquier otro médico, ganaría en la medicina privada o lo que le deberíamos pagarles en la privada.  Olvida que fue la clase trabajadora costarricense, que ya  pagó parte de su salario.

Melania, ni siquiera hace una reflexión sobre ética y la solidaridad que existe en el sistema de seguridad social costarricense, sino que se enfoca en su posibilidad de lucro.  Claro está, quienes son especialistas en medicina, merecen salarios justos, jornadas de trabajo dignas y también de descanso.

Siguiendo con el lenguaje del post, usado por Melania. La médica Vega  Oreamuno, se siente orgullosa de hacer trabajo excesivo. Tal y como lo hicieron algunas diputadas cuando se discutía la ampliación de la jornada laboral, la llamada 4 /3, sea 4 días de trabajo de 12 horas cada uno por 3 de descanso.

Las personas trabajadoras tenemos derecho a una jornada laboral. Quienes trabajan  atendiendo seres humanos enfermos,  también cumplen una jornada de trabajo, pero al parecer, al menos para Melania no es jornada laboral sino una jornada de producción.  Atender personas enfermas no un proceso de producción, tal y como dice la médica,  al estilo de maquila industrial, o de producción en masa,  que refiere a mayor eficiencia, menores costos y tiempos de producción más rápido. Una pena que médicos y médicas de la seguridad social costarricense piensen así.

 Melania la Dra., obvia la conciliación familiar y los cuidados, algo que las feministas hemos puesto en el centro del debate para hacer frente al desmantelamiento de lo público, incluida el sistema de salud.  Sí, la vida digna, la solidaridad y los cuidados como esenciales.

Pues eso, que la médica habla al mejor estilo neoliberal; recalca la meritocracia, el individualismo, el discurso de la producción, el lucro, las estadísticas,  la eficiencia, su derecho a ganar mucho dinero por ello. Claro está, mientras otros, las grandes mayorías trabajadoras no llegan a fin de mes o  apenas les alcanza un salario mínimo de vergüenza en un país donde el costo de la vida es altísimo.

La salud es un derecho, no puede estar supeditado al individualismo, ni al gremialismo, ni a los buitres que aspiran la privatización de lo público. La salud es un derecho humano, y no puede estar supeditado al lucro, tampoco a los intentos de los  gobiernos de turno por destruir una de las instituciones más importantes de Costa Rica.  Y es que a la Caja Costarricense de Seguro Social, el estado le adeuda dinero. 

La salud, tiene que ver con la defensa de la institucionalidad, la defensa de los servicios públicos y no, no es el chantaje de irse a la medicina privada, bajo el sacrosanto derecho de la libertad de elección.

El derecho a la salud, tampoco es la retórica del feminismo de la prosperidad neoliberal, con que nos habla Vega,  ese  que nos indica ser exitosas y romper  los techos de cristal. Ese feminismo de los discursos del éxito empoderado. 

Y es que cada vez, que alguna mujer rompe los techos de cristal,  los cristales rotos serán otras mujeres las que los recogerán con sus pies pegados  al lodo. Los limpiarán aquellas mujeres que trabajan por salarios de hambre y jornadas extenuantes, sin espacios de cuidado, ni para ellas ni para sus criaturas y muchas veces sin siquiera seguro social.

Urgen más médicos y médicas especialistas, urgen salarios justos para las personas trabajadoras,  sobre todo para las que menos ganan; trabajadores del campo, en las plantaciones de piña, en las plantaciones de banano, trabajadoras de zonas francas; urgen salarios justos para las trabajadoras del hogar,  para las jornaleras; salarios justos para choferes,  para las maestras,  para secretarias, salarios justos,  para profesionales en medicina, para profes de universidad, para conserjes, para barrenderas, para quienes recolectan  la basura. Salarios justos, cuidados y jornadas de trabajo menos extenuantes para la clase trabajadora, la que madruga y genera riqueza. Urge ética, solidaridad y lazos de comunidad urge también, dosis de realidad.

El feminismo combativo y de clase, nos enseña que nadie debe quedarse atrás. Más igualdad y menos desigualdad.  Los cuidados en el centro. Más justicia social  y defensa de lo público, más lo colectivo, menos individualismo y más insumisión ante un sistema que nos depreda.

Un trabajo digno, jornadas de trabajo justas, salarios justos y derecho a la salud, son derechos consagrados constitucionalmente. 

No es ponernos a pelear entre quienes estamos abajo, sino más bien luchar para ensanchar la justicia social. Sí, el acceso a la salud es un derecho y es democracia.

No me refiero a la ortografía de la médica, esperemos que acentúe el pulso, pero eso se lo dejo a los profesores de derecho.

Ana-Marcela Montanaro


sábado, 13 de abril de 2024

Nuestra Pancha Carrasco, nuestra memoria Panchita




Cada vez que alguien que en Estado español, con voz y mirada racista, se refiere a nosotras, las personas latinoamericanas migrantes, como “Panchitas” a mi me da por recordar a Francisca “Pancha” Carrasco.
Mujer insumisa, que en 1856 empuñó el fusil y luchó contra los filibusteros que desde Estados Unidos querían adueñarse de Centroamérica y someter a este territorio al dominio yankee imperialista.
Pues eso, cuando me llaman Panchita, recuerdo la fuerza de la memoria y la resistencia de la vida de Francisca Carrasco,
Pancha Carrasco, una mujer centroamericana, que nos heredó fuerza y valentía feminista para resistir al imperialismo de los Estados Unidos. Ella, quien con su fuerza y solidaridad, nos recuerda que la búsqueda de la verdadera independencia, autonomía y libertad no se ha logrado en Centroamérica y particularmente en Costa Rica.
Sí soy Pancha, soy Panchita insumisa. A mucho orgullo soy Pancha. Pancha Carrasco, memoria como guía.

Francisca Carrasco, nació en Cartago- Provincia de la Capitanía General de Guatemala Virreinato de Nueva España- Imperio español, el día 8 de abril 1816, murió el 30 de diciembre de 1890, en San José, Costa Rica, territorio ya formalmente independiente del Imperio español. Y eso fue lo que ella defendió, la libertad con una perspectiva antiimperialista y de búsqueda del bien común.
En 1994, nuestra Pancha, fue declarada heroína de la República de Costa Rica.
Nos quedan deudas, con ella, con la memoria de las abuelas y sobre todo con las mujeres excluidas, las migrantes, las indígenas que resisten y se enfrentan al colonialismo, al neoliberalismo al legado criollo y a la violencia del estado costarricenses, la clase política en alianza con los empresarios, hombres y mujeres que en los fragmentos, miran a los nortes en busca de ser lo que no son.
Madrid, 13 de abril y primavera 2024
Ana-Marcela Montanaro

#antirracismo #feminismo #decolonial #descolonial #feminism #feminismos

jueves, 8 de febrero de 2024

Enid Cruz Ramírez: Un feminismo sin paredes





Enid Cruz Ramirez, gracias por dar el paso y poner tu cuerpo en el proceso electoral municipal que culminó el domingo. No te voté por ser mujer. Yo de ese feminismo paso, porque no creo en la sororidad abstracta ni el empoderamiento que hoy nos venden las retóricas de feminismo frívolo y de identidades fragmentadas sin ningún tipo de perspectiva por construir comunidad. 

Te voté por ser una mujer con conciencia de clase, una mujer valiente, de izquierdas y una mujer coherente. Una mujer que ha tejido siempre lo colectivo echando andar un feminismo situado. El feminismo que has ayudado a construir está lejos de las retóricas neoliberales y frívolas que hoy campean en muchas de las expresiones del feminismo de la prosperidad y del género empoderado, esos feminismos que se parecen más a una sociedad anónima o a un club, haciéndose cómplices de la exlcusión y que bajo las retóricas de la equidad y sorororidad abstractas, fragmentan luchas sin ninguna aspiración real a la transformación radical, sobre todo para las mujeres empobrecidas y excluidas por este sistema colonial-racista-capitalista-patriracal.

Gracias, Enid, por plantarle cara a lo rancio, a las políticas excluyentes, al bipartidismo religioso, clientelar y corrupto, que aunque se vista a la moda, de género y equidad, sigue siendo lo mismi-tico, ese bipartidismo que ha empujado el neoliberalismo, al fundamentalismo religioso y a los autoritarismos. Por plantarle cara a los señoros y señoras, esos que cambian de ideas de acuerdo a su interés clientelar de trepar en lo local y nacional.
Te voté por tu fuerza, por la coherencia que te habita.

Es necesario contar la historia de ese feminismo del que aprendimos tantas, ese que echaste andar de la mano del Dr. Luis Guillermo Ortiz, nuestro Doctor Ortiz en el  Hospital sin Paredes, escribir  la historia de  Musade... El programa de defensoras populares, los grupos de ayuda y ese camino empedrado que has/hemos alivianado a tantas mujeres, caminos que has/hemos acompañado. Poner con tinta y sobre papel, el feminismo con conciencia y coherencia del que has sido partícipe.

Gracias por ser maestra y compañera de tantas de nosotras, por enseñarnos del feminismo siempre transgresor, situado, sin pretensiones, el feminismo necesario, ese que es verdadaderamente revolucionario. Ese que nunca ha sido excluyente, ese feminismo que suma compañeros y luchas por vidas que merezcan la pena ser vividas.

¡Un feminismo sin paredes!

Gracias, compañera. Maestra, siempre. 

Ana-Marcela Montanaro
AMS invierno y 5 de febrero 2024

jueves, 28 de diciembre de 2023

No es un hecho aislado, se llama patriarcado.





 


El 24 de diciembre Costa Rica amaneció de luto. A la vuelta de la casa de mis padres, en San Ramón, Braidyn Badilla Bolaños fue asesinada por su pareja. Ella, una chica lista, trabajadora, alegre, valiente y con toda una vida por delante. Es un feminicidio, que sacude nuestra tristeza.
El feminicidio de Braidyn, nos hace llorar, al tiempo que nos pone de frente, en nuestras caras y corazones, que la violencia machista es letal, que la violencia contra las mujeres está presente en nuestro andar cotidiano, aunque la escondamos, aunque a veces cerremos los ojos, o no la podamos ver.
No es un hecho aislado, no es un asunto individual, es una tragedia colectiva. No es un caso aislado, se llama patriarcado.
Es doloroso comprender que la violencia machista se ensaña, y se ha ensañado, con nuestras amigas, vecinas, hermanas, hijas y también con nosotras mismas.
Cuántas veces, pasamos por alto las alertas; los gestos violentos, reímos los chistes, las descalificaciones, justificamos el control, minimizamos las amenazas y justificamos los celos. Y nunca falta, alguien en la conversación, que diga sin inmutarse: “la golpearon porque se lo buscó; la violaron porque se lo buscó”.
En el feminicidio, siempre hay una responsabilidad social: el silencio colectivo que se hace cómplice de la violencia machista.
Ninguna mujer merece ser asesinada, y menos en manos de quien dice amarla. Y no, no fue un loco, quien cometió este crimen, el asesino es un hijo muy sano del patriarcado.
El patriarcado impone la violencia, y construye la desigualdad entre mujeres y hombres, crea masculinidades controladoras, violentas, que desprecian al débil y justifican las agresiones y la crueldad, como forma de expresar el poder.
Las feministas hace ya mucho que lo decimos, lo estudiamos, lo alertamos: Vivimos en sociedades machistas, profundamente misóginas y violentas. Aun así, hay voces que nos dicen locas, exageradas y hasta algunas gentes, se atreven a decir que la violencia machista no existe en el país del pura vida.
Es muy doloroso ver que Braidyn, tenía como foto de perfil en su Facebook, su cara sonriente enmarcada con la frase “Nací para ser libre y no asesinada” y fuera de las redes sociales, en la realidad, su pareja la agredía.
A veces, pareciese que el feminismo se ha vuelto moda, tan de moda que no está en ningún sitio de manera seria y profunda. No, el feminismo no es moda, ni un objeto de consumo.
El feminismo dista mucho de ser una frase que enmarca fotos en facebook, dista mucho ser la banalidad o frivolidad al estilo Shakira, del feminismo Barbie, de las discusiones banales en redes sociales, o de perreo del reggaeton.
El feminismo no son memes, o reels, algunas veces sin sentido, el feminismo es la creación de espacios libres de violencia. Y que todas, podamos regresar a casa solas, a la hora que nos dé la gana y si queremos, también borrachas.
El feminismo, es alzar la voz contra la violencia machista, es una lucha histórica por el buen vivir, la igualdad y la libertad de las niñas y mujeres.
El feminismo es un asunto serio, porque se trata de nosotras las mujeres, que somos la mitad de la humanidad.
El feminismo está en nuestra memoria larga, un camino de lucha que iniciaron quienes nos antecedieron. Es una forma de enfrentar la vida, en lo individual y en lo colectivo,
El feminismo nos da fuerza y valentía para apropiarnos de nuestros derechos, es algo así como convertirnos todas defensoras populares las unas de las otras, de saber que nos tenemos como una tribu amorosa y solidaria; porque si tocan a una nos tocan a todas.
El feminismo nos enseña a no pasar por alto las alertas machistas, porque si hay control, celos, descalificación y manipulación, ahí no es, eso no es amor, eso es violencia machista. Es el ponernos las gafas violeta, y percatarnos que el machismo se expresa de muchas maneras.
El feminismo es poner la vida en el centro, son programas de prevención, educación, cuidado y sensibilización. Es construir la justicia.
Ante el horror de la violencia feminicida, el punitivismo resuena después de la tragedia y que se ponga al responsable en el cadalso. Hay gente pide a gritos la venganza como sinónimo de justicia.
Se construye un discurso en nombre de los derechos de las mujeres, y feminista, que alienta el punitivismo, el aumento de las penas de cárcel, pero sin buscar combatir las causas estructurales, culturales, económicas de la desigualdad que existe entre mujeres y hombres, esa que abre paso a la violencia feminicida.
La justicia, no es la venganza, ni tampoco son los ajusticiamientos. Sí, el hombre responsable del asesinato de Braidyn, debe enfrentar un jucio. Sí, debe responsabilizarse del hecho violento y cruel que perpetró. Sí, debe enfrentarse a un juicio y asumir la pena correspondiente. Sí, el Poder Judicial debe cumplir con su parte y ser garante de la justicia.
Pero la cárcel por la cárcel poco resuelve y más bien alienta la violencia.Tampoco lo resuelve el ojo por ojo, ni más sangre, ni más dolor, nos dará paz ni libertad. Solo una nueva dimensión del valor de la vida, necesitamos erradicar la desigualdad y el machismo de la sociedad, para construir sociedades que garanticen la vida digna y el buen vivir.
La justicia feminista, implica que quienes son víctimas de la violencia machista puedan tener la certeza de que se sienten las responsabilidades dentro del marco de la ley, se sienten las responsaibilidades individuales.
Las instituciones y el estado, deben asumir las responsabilidades que le corresponden: tomar acciones para prevenir, erradicar y sancionar todas las formas de violencia contra las mujeres.
La justicia feminista, es la búsqueda de la verdad, justicia y reparación, pero sobre todo, una garantía de no repetición; que estos hechos no ocurran nunca más,
La justicia, es también un proceso de memoria colectiva e histórica, para que el feminicidio de Braidyn no quede como un hecho aislado.
¿Qué redes de cercanía y solidaridad tenemos a nuestro alcance? ¿Tenemos las mujeres realmente libertad, para decidir sobre nuestras vidas, nuestros cuerpos y nuestro andar?
¿Qué estamos haciendo como comunidad e individualmente, para construir y alcanzar la igualdad entre hombres y mujeres? ¿Qué estamos haciendo para conseguir la justicia social y una comunidad de paz?
Apremia un trabajo pedagógico, liberador feminista, enfocarnos en construir relaciones sanas entre seres humanos.
No justificar nunca más las relaciones de masculinidades agresivas y las relaciones de poder /control /sumisión; dominio/posesión y entrega; porque no son sinónimos de amor y afecto.
Y en este tema el feminismo, es central. Los hombres deben ser parte de la lucha, es necesario que ellos asuman su responsabilidad en erradicar el machismo, y construir una sociedad, un barrio, una familia de iguales y libre de violencias.
Requerimos programas de educación para la igualdad entre hombres y mujeres; en relaciones afectivas, emocionales, sentimentales.. Despatriarcalizar lo cotidiano.
Construir lazos del buen vivir en lo que nos une y en lo que nos separa. No avalar, ni reproducir, discursos de odio, sexistas, machistas, racistas, xenófobos, ni de rechazo a lo diferente.
Se requiere de una institucionalidad pública con perspectiva de clase y feminista que garantice los derechos sociales, que llegue a todos los sitios y nos alcance a todas.
Urgen mecanismos para evitar la repetición de la violencia machista, requerimos espacios para promover la reflexión sobre la ética del cuidado y los lazos de solidaridad, construir comunidad y sabernos parte de ella, en lo cotidiano y no solo en la fugacidad de la tragedia para quienes miran las redes, o en la permanencia de lo trágico, para quienes lloran a Braidyn.
Defender la vida, es defender el buen vivir. Es acuerparnos todos los días y sabernos que juntas somos fuertes. Nos queremos en paz, alegres y vivas, nos queremos libres, felices, plenas, sin miedo y con las necesidades materiales cubiertas.
Recuperemos la fuerza de la memoria colectiva, para que nunca más tengamos que gritar, ni una menos, ni una más.
Construyamos un feminismo cotidiano, de lazos fuertes, amplios y no como guerra. Así también, podremos honrar la vida de Braidyn, su legado, su fuerza, amor y su sonrisa.
Para toda la familia de Braidyn, en especial para su madre, Kattia, a quien recuerdo con gratitud , mi solidaridad, cariño, mi respeto absoluto y un abrazo profundamente humano.
Vivas y libres nos queremos. ¡Basta de patriarcado criminal!

Para que las flores renazcan siempre.

Por la memoria, esa que nos hace humanos.

Ana Marcela Montanaro
AMS, 26 de diciembre 2023




domingo, 9 de abril de 2023

Enfermedad, muerte, facebook y tik tok

 

El fallecimiento del periodista Gerardo Zamora, conmueve a Costa Rica. Sin duda, una triste noticia.
Desde hace un tiempo el cáncer que lo aquejaba, generó en redes un espectáculo y una exposición mediática de la enfermedad.
Desde ayer y luego del fallecimiento del periodista, las redes en Costa Rica muestran sin pudor la glorificación religiosa en toda su magnitud. La religiosidad costarricense es cotidiana, pero este caso la muestra en su esplendor.
Su muerte, fue el capítulo que culminó el recorrido del espectáculo de la exaltación religiosa del dolor, la enfermedad y la idealización de una mítica feminidad. Alucinante. Vida, enfermedad y muerte. Neoliberalismo, religiosidad y sacrosanta sumisión femenina. La Caja Costarricense del Seguro Social convertida en una sucursal de milagros divinos.
Las redes sociales, la prensa y parte del cotilleo rosa costarricense pusieron el foco en la enfermedad, la muerte y la redención a la vida eterna. Mostraron las redes sociales a un hombre enfermo gravemente y a su mujer, bonita e inteligente, que no dejó de cuidarlo. La familia vista como perfecta, con recursos económicos, blanca y educada. Una pareja de personas guapas, marido y mujer y sus dos criaturas. Que luego fueron tres. El difunto cuasi santificado y la mujer que lo cuidó con aire virginal, de la perfección de la femineidad maternal inexistente, pero que pervive y vende.
Nadie puso el foco en el reparto de los cuidados y la obligación estatal de asumirlos. Tampoco, se habla de la crisis de la salud púbica y de la crisis que enfrenta la Caja Costarricense del Seguro Social, a causa de los recortes provocados por los políticos de ayer y los de hoy.
La pareja de profesionales periodistas, ambos con un manejo impecable del verbo, pusieron a la venta la imagen, la enfermedad, la cotidianidad y la muerte. Y muchas personas fueron convertidas en espectadores.
Para las navidades pasadas, la pareja fue al Hospital México , uno de los más grandes que tiene la seguridad social costarricense, pero en lugar de llamarlo por su nombre lo bautizaron como “fábrica de milagros” y fueron a repartir panetones Bimbo a los funcionarios sanitarios, personas que son imprescindibles para que el derecho humano a la salud sea garantizado en la vida digna, en la enfermedad y en la muerte digna.
Algo que me llamó la atención es que la pareja de periodistas,no mencionó la salud como derecho sino como “milagro”. Para proceder luego, eso sí, a repartir los panetones, al tiempo que anunciaban la marca comercial agradeciendo con especial estima angelical, a los funcionarios que sostienen la vida en un hospital público. Todo giraba en los milagros. No hicieron ni uan sola referencia a la importancia de la Caja Costarricense del Seguro Social. Ni siquiera mencionaron una palabra sobre el valor humano de los servicios públicos, sobre la necesidad de los cuidados y la obligación del estado en procurarlos.
En aquel vídeo, no hubo ni siquiera una palabra en defensa del derecho humano a la salud y la importancia de la solidaridad en una comunidad.. Al contrario, en ese video sí hubo una mención especial a Bimbo y sus panetones. Todo Dios. Todo marcas comerciales.
Y luego nos preguntamos ¿por qué en Costa Rica no hay un movimiento fuerte en defensa de la salud pública?
Que no quede duda, para la mayoría de la población, lamentablemente, la salud es vista como un milagro y la caja asumida como una fábrica de milagros, al mejor estilo Disney.
Mientras tanto, me repito como mantra, que los hospitales no son fábricas de milagros,que la sanidad pública se sostiene con el pago de las cuotas de la seguridad social, porque es un derecho de la gente y una obligación del estado brindar salud pública a la población en igualdad de condiciones. Que la seguridad social costarricense es una de las mejores que hay en América Latina y que es reconocida a nivel mundial.
Y si bien la gente tiene derecho a creer en los milagros, la seguridad no se sostiene por milagro, tiene presupuesto público, porque es reconocida constitucionalmente, y porque los seres humanos tenemos derecho a la salud pública de calidad. Que el personal santario merece condiciones dignas en su trabajo, personas que forman parte de un sistema que garantiza la salud a la gente costarricense, sin mirar si es rico o pobre, estudiado o analfabeto.
Ayer mismo, luego del lamentable fallecimiento de Gerardo Zamora, un hombre Richard Gerli, pastor, consejero religioso de los Hombres de negocios, escribió en sus redes sociales,que a solicitud de un profesional en psicología, logró que Gerardo entregase su vida a Jesús. Divulgando, la vida privada del periodista y su mujer. La esposa sumisa, y el enfermo, que un tiempo caminó a la deriva, todo de acuerdo a lo que dice el señor.
La enfermedad, la muerte, el dolor convertido en un espectáculo religioso, avalado por la gente; la de a pie, la de autobús y la del cochazo. Todo una mercadotecnia al mejor estilo del bimbo en tik tok. Toda la exaltación de la religiosidad.
Los terceros convertidos en audiencia asisten a un espectáculo. La enfermedad y la muerte convertidas en un espasmo comercial. Un duelo, al mejor postor. Los discursos religiosos, con pompa y esplendor, como si no bastasen los de la Semana Santa. como si no bastasen los de los pastores de atril y curul.
Y todavía nos preguntamos acerca de las razones del avance del fundamentalismo e integrismo religioso en Costa Rica. Hoy por las redes, toda esta deriva de la religiosidad es expuesta sin recato. Aplaudida por las mayorías y expuesta por unos y otros, también por les unes y les otres.
Los medios de comunicación sacan provecho del duelo con una nauseabunda religiosidad. Hay un silencio en redes frente a este espectáculo, supongo que hay afectos de por medio. No lo sé, tampoco me interesa. A mi esto me resulta de lo más grotesco. La espectacularización religiosa del dolor.
En medio de esa mezcla de miedo y repugnancia afirmo: Costa Rica país plagado de silencio endogámico, conservadurismo; además de hipócrita, misógino y clasista. Racista, muy racista. Familia, Dios y propiedad privada. Enfermedad, muerte, facebook y tik tok.
¿Intimidad?, de eso es mejor no hablar, esa no vende.
Que la tierra le sea leve a Gerardo.
A su familia, paz.
Ana-Marcela Montanaro

lunes, 4 de abril de 2022

Votar con una pinza en la nariz


 #costarica #Elecciones2022 Fui a votar sin ilusión y con tristeza. Con las palabras atragantadas en el centro de mi cuerpo. Con el dolor atravesándome entera  y en mi brazo. 

Pensé en la justicia social. No hay. En Costa Rica esa palabra ha sido olvidada. Esa acción no parece concebirse. 

Pensé en el enfado de la gente. En un país en donde unos señoros, muy señoros y unas señoras semejantes a esos señores,  se reparten todo, hasta aspiran repartirse entre ellos la alegría. Y quieren robarnos todo, hasta la ilusión y la rebeldía. 

Pensé en los proges neoliberales y las feministas del progresismo neoliberal. Ese feminismo elitista y del éxito. También responsables de esta debacle política. Pensé en los derechos humanos y los fragmentos. Eso han provocado lo identitario de colores arcoíris acorde al neoliberalismo.  

Pensé en mis hermanas indígenas. Las luchas por la madre tierra . 

Pensé en las banderas. Trozos de tela. Las de hoy, Ambas llevan el color verde. Verde como mi tristeza. 

Pensé en mi memoria.  La memoria larga que me hace y me mueve. 

Abrí la papeleta. La papeleta olía feo.  

Me puse una pinza en la nariz. Pensé en las mujeres. Pensé en mis amigas. Pensé en la violencia y como la  sociedad la hace corriente y natural. Ni siquiera la ve. 

Pensé en mis abuelas. Porque ellas fueron, hoy  nosotras hoy somos. 

Pensé en todo lo que tenemos que hacer. ¿Como organizar la rebeldía? 

Hace cuatro años escribí: no hay vuelta de hoja. El proyecto pos neoliberal , autoritario, anti democrático y fundamentalista religioso llegó para quedarse. Hoy lo escribo nuevamente 

Pensé en el sentido común.

Me puse  una pinza en la nariz. Cerré los ojos. Lloré. 

La lucidez feminista me dio la fuerza y voté. #Elecciones2022 #costarica

#Figueres #RodrigoChaves #EleccionesCostaRica

domingo, 19 de diciembre de 2021

Que viva siempre el buen amor

 


Coincidir con una persona que a una le alegre los ojos, le haga bailar el cuerpo y las palabras, es un regalo maravilloso. Puede resultar difícil de hallar, pero menos fácil aún, es decidir pasar y compartir la mayor parte de la vida junto a otro ser humano, eso sí que es difícil.

La decisión amorosa es una cadena de aciertos, desaciertos, encuentros y desencuentros. La decisión de decir sí es sobre todo construir amorosamente las decisiones vitales y cotidianas.

Me atrevo a decir esto, porque lo he visto en la relación construida por dos seres humanos que coincidieron por primera vez hace 62 años, pero que no fue hasta 10 años después, un 19 de diciembre de 1969 que decidieron vivir el amor, caminar hacia un altar e iniciar la experiencia de compartir y acompañarse en el recorrido del camino cotidiano y vital.

Porque eso de que el amor es una asunto de color rosa y de mariposas en el estómago es un cuento, que de ficción todo lo tiene. Pensar que el amor son las películas de Navidad y sofá, es vivir lo irreal. Ese amor líquido y banal de vivir fuera y no dentro. El egoísmo de color rosa nunca será amor.

El amor desechable del mercado patriarcal y capitalista, eso es una mercancía, es violencia y eso dista mucho de lo que es una relación amorosa entre dos seres humanos que dicen sí, no una vez en la vida, sino que el decir sí lo hacen verbo cada día. El amor que también sabe decir NO. Dos personas que se saben personas e individualidades diferentes, independientes, libres y autónomas

Oscar y Olga , Olga Martha y Óscar. Osquir y Olguis. Padre, Madre. Abuelito y Abuelita.

Más que las bendiciones eclesiales a mi madre y a mi padre, lo que los ha permitido caminar juntos, a veces, eso sí por rutas diferentes del mismo camino. Es la voluntad, es la libertad y la alegría de saberse cómplices más allá de los mandatos de lo que para el mercado configura eso que vende bajo el nombre “amor eterno”.

Oscar y Olga, con plena conciencia de sus luces y de sus sombras, sus aciertos y desaciertos, decidieron construir una experiencia vital para ser compartida y nunca invadida.

De ese sí risueño, meditado y racional que se dieron la mañana del 19 de diciembre de 1969, se construyó con el paso de los amaneceres en una relación vital libre, sólida, amorosa, comprometida no solo en lo individual sino que ellos comprendieron que el hecho ser pareja no es un asunto de dos, sino que es un asunto colectivo y un acto político de amor, nunca un acto comercial de pose, religiosidad o hipocresía. Fue y sigue siendo un acto de amorosa libertad.

Bueno, esta es mi apreciación, supongo que esto no ha sido nada fácil, aunque no por ello ha dejado de ser gratificante.

Ella, Olga Marta, mi madre, con un carácter fuerte, feminista y vital; apasionada, trasgresora, rebelde, directa. La mujer con más energía que conozco.

Él, Óscar, mi padre, con un carácter pausado, amante de Jorge Luis Borges y de la literatura; amoroso con los gatos, introvertido, racional y metódico. El hombre con pausa y con la sonrisa más linda que mis ojos han visto jamás.

Mi padre el silencio y mi madre la pasión. Ambos personas inteligentes, listas, estudiosas, honestas, simples, complejas, comprometidas y coherentes en el decir y en el hacer.

De estas dos personas; tres hijas: Ana Marcela, Adriana Rosa y Maria Esther. Un nieto: Jorge Arturo, También muchas criaturas no humanas, perros, gatos y una vez hasta un perico. Así es la hibridez Montanaro Mena, o Mena-Montanaro.

Ellos son 52 años de amorosa convivencia y más que un asunto temporal lineal su andar uno junto al otro, Pienso en el tiempo circular. El tiempo que se cuenta de manera inusual para esta sociedad de consumo. El tiempo en ciclos. Es un tiempo en tiempos de muchas vidas, cuerpos e historias vitales. Es un tiempo en otra cadencia, con lluvia, sol, lunas y mares.

Nosotras, sus hijas y el nieto, somos la mezcla, la hibridez de la diversidad de un amor que espacial y temporalmente se ha transformado en amores. Todas diferentes, como los dedos de la mano, dice mi madre.

Cada una de nosotras diferencia esencial, Marce, Adri, Esther, y Arturito,. eso sí somos disciplinadas con un compromiso político, intelectual y vital por hacer de esta sociedad un sitio mejor. Compartimos eso sí, el valor y el amor por la sencillez, las pequeñas cosas y aprender, pensando siempre en la justicia social. Somos la vida que Óscar y Olga iniciaron, el camino que ambos nos enseñaron y nos enseñan.

Hoy de los 6 seres humanos, Montanaro, cuatro están en la cintura de América Central, en Costa Rica, Olga Marta, Óscar, María Esther y Arturo, las otras dos estamos aquí: Adriana, y yo, Ana Marcela. Hoy no estamos en el espacio físico cercano, pero hacemos, lo que estas dos personas maravillosas a las que llamamos mami y papi, nos han enseñado, a ser libres, valientes, disciplinadas y amar el estudio y trascender fronteras para crear otras maneras de relacionarnos con el mundo. Más vale el ser que el ser que el tener.

Pues eso, del acto amoroso de decirse algunas veces sí y algunas otras veces decirse no que inició hace cincuenta y dos años, hoy sigue su curso con pausa.

Es la expresión de la decisión vital que inició una mañana luminosa y ventosa del 19 de diciembre de 1969. Decir sí, decir no, es mirar a otros ojos en libertad y es lo que permite que el amor continúe siendo un amor en lo individual y muchos amores en plural, en lo cercano, en la distancia, en lo cotidiano, en lo individual y en lo colectivo; en el espacio doméstico y en el espacio público. Un amor, muchos amores.

Hoy, cincuenta y dos años después, el paso es más lento, más cómplice, más amoroso, es ya eterno. Es la mano de mi madre del brazo de mi padre. Es el café, la granola, la avena, los libros y el conspirar .

¡Qué viva siempre el buen amor! Los buenos amores que hacen que no perdamos la esperanza de que lo pequeño se vuelve enorme, que lo individual se hace colectivo y que el mundo puede y será mejor...

Madre y Padre, enhorabuena por el camino iniciado hace 52 años, la ruta repleta de incertezas y certezas, que se ha ensanchado en jardines, bibliotecas y laberintos. El espacio que nos recuerda con plena certeza que el amor será libre o no será. Que en la sencillez se teje la fuerza, la ternura, las lealtades y complicidades.

Gracias Madre, gracias Padre por los amores multiplicados, híbridos, mestizos. Gracias por amarnos, nosotras las hijas y el nieto, somos parte de vuestras luces y de vuestras sombras. Sin duda el legado de lo mejor que cada uno aportó a nuestra carga genética.

Gracias por los 52 años del inicio del proyecto cotidiano de amor.

Gracias por la amorosa historia, que es y seguirá siendo presente en cada uno de nuestros pasos. Nosotras somos vuestra continuación.

Gracias por el buen y bonito amor.

Siempre ❤️

Ana-Marcela Montanaro

Madrid, invierno y diciembre 19 de 2021