viernes, 24 de agosto de 2018

Xenofobia en Costa Rica, la “Suiza Centroamericana”




El pasado sábado 18 de agosto, un poco más de 500 costarricenses, participaron en una manifestación, azuzada por algunos medios de comunicación.  La capital del país centroamericano, San José, se llenó de racismo y fascismo. Pero lo más vergonzoso, es que quienes asistieron a esa manifestación no son los únicos fascistas, racistas y xenófobos. Una gran cantidad de perfiles en redes sociales de quienes no participaron en la manifestación, también se suman al odio.

El consabido “no soy xenófobo, hasta tengo amigos nicas, pero la migración de nicas es….” No soy racista, pero los nicas son…..” y ahí en los puntos suspensivos se esgrimen frases cargadas de violencia y discriminación en contra de los “otros”.

La sociedad costarricense ha construido su identidad sobre varios mitos: considerarse la Suiza Centroamericana, país de la pura vida, de paz y de la felicidad perpetua. Mitos que tratan de ocultar a una sociedad misógina, homofóbica, lesbófoba y en extremo racista. La gente de Costa Rica se dice mestiza, pero en realidad se asume desde una blanquitud, heredera de sangre europea y blanca. Además muchos se creen superior al resto de países de la región. Costa Rica es incapaz de sentirse parte de Centro América.

En América Latina, y por ende también en Costa Rica, el proyecto de los estados nacionales, constituidos y asentados en el discurso del mestizaje, ha negado y sigue negando y excluyendo a las poblaciones indígenas, afrodescendientes, migrantes y mestizas empobrecidas. El sábado fue esa manifestación. Cotidianamente es la violencia contra las mujeres. Históricamente la violencia contra los pueblos indígenas. El racismo, la violencia feminicida, la colonialidad, el control, el saqueo de los cuerpos y territorios.

Las élites políticas y económicas internas han elaborado mecanismos de blanqueamiento, que desde la colonia, les han permitido acceder al poder, valiéndose de una retórica mítica y eufemística, que como dice Silvia Rivera, ha ocultado la “realidad en lugar de designarla”. Costa Rica es un estado racista, estructuralmente corrupto pero revestido de democracia.

El racismo en es algo de lo que no se habla. El racismo se esconde, se silencia. Supuestamente se ha superado. Los discursos públicos esgrimen otros conceptos y así se acentuan las creencias sobre jerarquías raciales que a menudo explotan en diversas manifestaciones de violencia . Una de esas es el rechazo, odio y menosprecio a las personas migrantes.

Las migraciones pobres y de color son las que desatan frecuentemente el racismo interno que pervive en la sociedades latinoamericanas como legado colonial y de las realidades poscoloniales en los pueblos que somos de color oscuro, cafés o marrones.

Los migrantes nicaragüenses son personas empobrecidas, en su mayoría, explotados laboralmente, violentados física y simbólicamente. Además de que sufren un menosprecio institucional constante. Hay quienes no los consideran ciudadanos y para muchos no son ni siquiera personas.

Una gran mayoría de trabajadores de las plantaciones de piña, no tienen garantizado su derecho humano a las garantías laborales. Ante esta violación de derechos el Ministerio de Trabajo, cierra los ojos y da una palmadita de cariño a los empresarios. Ni hablar de las mujeres nicaraguenses que son trabajadoras del hogar y son explotadas, incluso de algunas que se dicen feministas.

Hoy recuerdo a Natividad Canda Mairena, un nicaraguense que el 10 de noviembre de 2005 fue despedazado por “Hunter” y “Oso”, dos perros de raza rottweiler que lo desmebraron ante la mirada de los policías costarricenses que no hicieron nada por salvarle la vida. Las imágenes que se compartieron por las incipientes redes sociales, exaltaban al perro nombrándolo como el héroe nacional por asesinar al “nica”. Fue atroz. Para algunas solo fue un chiste, para algunas reírse de los “nicas” diariamente es gracioso. Igual que burlarse de las mujeres, las personas negras o indias, esas quienes soportan la violencia de la pobreza, el patriarcado y el racismo.

El racismo y la xenofobia no son inusuales en Costa Rica. El despercio al “otro”, a la “otra”, el considerarse superior, la burla, la discriminación y la violencia institucional en contra de las personas migrantes, es cosa de todos los días y a todo nivel.

La sociedad costarricense ha tratado de borrar la migración de color café, la migración del color de la pobreza. La sociedad de la pura vida nacioanalista costarricense, quiere silenciar y borrar el racismo y la migración. De esos temas se hablan, para negar que ha existido. Se oculta para hacer creer que no existe. Se invisibliza para hacer creer que es o ha sido insignificante. Así se construye y reconstruye el perverso imaginario.

Las personas nicaragüenses, las extranjeras, las consideradas las “otras” son lo diferente a lo que el costarricense considera de si mismo. Existe un mandato de borrar y negar cualquier trazo de otredad que se tenga dentro o fuera de nosostras. Encubrimos el deseo por el otro y el asco que causa la otredad. Nos vamos cubriendo con diversas máscaras, así tratamos de evitar el dolor de reconocernos en la “otra”. Así encubrimos la violencia, pero también el dolor de reconocernos en historias compartidas.

Para el próximo sábado se está convocando una nueva manifestación, ésta la organizan quienes no aceptan la xenofobia y luchan por una mejor sociedad. Espero que sean muchas las personas y voces que se sumen. Pero que no por ello dejemos de hablar de lo que se silencia, de lo que se oculta. Que miremos el racismo interno. Que denunciemos las patas donde se asienta la violencia: el patriarcado capitalista, racista y colonial. Porque no todo es lo que une.

Es hora de levantar la alfombra vieja, sucia y pesada, enfrentar la violencia, racismo, misoginia, homofobia y corrupción estructural en la que se asienta el estado costarricense. Esto conlleva dolor. Es doloroso porque es percatarse de que la realidad es diferente a las fantasías que nos han enseñado.
Hace cuatro años decidí migrar de Costa Rica, con el objetivo de buscar una vida mejor. Lo hice huyendo de la violencia, de la estrechez mental y del igualitico. Huí de la violencia de las calles y de la violencia que produce el irrespeto a quienes somos consideradas las “raras”, por pensar, hablar y vivir como nos da la gana.

Cruzar el mar significa vivir y sentir día a día en mi piel el racismo. El racismo que se inscribe en mi cuerpo por ser la sudaca, la centraca, la panchita, ser la otra y vivir la otredad. Estas vivencias, discriminaciones y violencias las comparto con muchas otras personas racializadas.
En mi camino migratorio he ido conicidiendo con más hermanas y hermanos en movimiento, con quienes he aprendido el valor de sabernos hermanas, de sentirnos orgullosas de nuestros colores de piel, de ser indígenas, negras, de sabernos orgullosas de nuestras historias en común, orgullosas de nuestros diversos saberes y acentos.

Las personas migrantes nunca seremos de aquí, pero tampoco somos de allá porque vivimos en una frontera. En esa que nos hace percatarnos de que somos personas de color marrón, racializadas y quienes segun los ojos racistas del norte global estamos destinadas a seguir sirviendo. Eso es racismo.
Vivir en esa gran frontera, también nos muestra el racismo interno y profundo de los países de los cuales venimos. El racismo que nos separa como pueblos. Nos hace mirar lo que muchas veces no miramos. Nos hace sentir y vivir las formas en que el racismo se inscribe en nuestras vidas, cuerpos y territorios.

Mis hermanas centroamericanas, mis hermanas de corazón centraca, Jamileth, Karen, Maureen, Alicia, Vicky, Orbelina, Maria Eugenia, Salvadora, Didi y ese largo etcétera, gracias por la lucha constante y por el amor.


Ana Marcela Montanaro Mena.
Feminista, especialista en derechos humanos, activista social.

(Fotografía de Jeffrey Arguedas -EFE)



martes, 27 de febrero de 2018

Del "feminazismo" al photoshop de Costa Rica, la pura vida y la risa eterna.


Este video me hace reír de tanta tontería política junta. ¡El vídeo, es una joya! Me agrada que, desde la más absoluta ignorancia, se me diga "Feminazi" y que se me vincule con PODEMOS. Que manera de vender el miedo. El feminismo es el único movimiento social con fuerza de transformación. Hay tanto miedo al feminismo que le llaman "ideología de género". ¡Ignorantes! 
Una persona, con mucho tiempo libre lo hizo y otra, más vagabunda, me lo envió en medio de amenazas e insulticos, que parecen no acabar, venga ya, que a mi no me corta nada. Cuando recibo amenazas, pienso en las personas indígenas defensoras de sus territorios que las reciben cotidianamente. Las personas de pueblos indígenas quienes son tenidas como ciudadanas de segunda y a quienes se les han vulnerado sus derechos humanos desde siempre por el Estado racista, como lo es el costarricense.
Este vídeo compartido en una página en las que pulula ese fanatismo religioso y la ignorancia rancia, que trata de ganar votos para el cantante y profeta, en medio de una segunda ronda electoral que más que ilusionar provoca tristeza, decepción y mucho miedo. Un miedo que impide ver más allá del 1 de abril. ¡Cómo si esa elección pudiese revertir algo!
El debate entre un fanatismo religiosos y un progresismo neoliberal que ha sido incapaz de cambiar el relato político.
El vídeo muestra imágenes de la capital de Costa Rica, dignas de un anuncio del Instituto Costarricense de Turismo y eso que venden como "Costa Rica Esencial", algo que no existe, que es solo una marca para el beneficio de quienes han hipotecado el país para su beneficio y en beneficio de sus amiguetes. Sí los políticos y sus amoríos con la clase empresarial nacional y transnacional.
Nunca he negado que Costa Rica tiene playas bonitas, montañas mágicas y atardeceres arrebolados. Pero los hoteles son impagables para la mayoría de personas que habitan el país de la "puritica vida" y el país de “blancos citadinos” de esa Suiza Latinoamericana y de la sonrisa eterna, un país que no existe más que en la imaginación mítica, un relato de mentiras y que hoy, al ir abriendo los ojos golpea la cara, las miradas y el corazón. 
El video muestra imágenes de un lugar que no conozco, parece ser la capital de Costa Rica. Sí. es un San José con "photoshop". El video sin nada de vergüenza afirma que en ese país," no hay nadie infeliz". 
Pienso en las cifras de la pobreza, la exclusión y la desigualdad: 1.092.403 de personas viven en condición de pobreza, de éstas, 306.510 en pobreza extrema. Hay 305.231 hogares (familias) en pobreza, y de ellos 86.663 de manera extrema. ¿Eso es felicidad?
Siendo las mujeres quienes son las que soportan y sobreviven a la pobreza y la violencia machista. 
Un estado racista y patriarcal, que está en la dinámica del orden neoliberal, sin interés alguna de cambiar el relato político y de incluir las voces de quienes han estado excluidos de él. 
La corrupción estructural, que con políticas públicas de parches trata de gestionar la desigualdad. Un discurso de los Derechos Humanos, que se ha reducido a las libertades individuales de la población LGTBI, que por supuesto son derechos humanos, pero y los demás? En dónde están los demás Derechos Humanos: vivienda, educación, salud, autonomía de los pueblos indígenas, alimentación, vida digna... de esso poco se habla.
Volviendo a la "felicidad del vídeo", debo decir que las personas empobrecidas, las personas indígenas, las que viven en las costas, las campesinas sin tierra para producir, las migrantes no deben ser tan felices como los rostros que salen en ese vídeo. ¿Serán tan felices, cuándo sus derechos humanos son vulnerados en su totalidad y en la cotidianidad? 
Pero no es solo la pobreza, sino la desigualdad abismal que hay entre unos ricos que viven en la mayor suntuosidad y las otras quienes siendo personas y por lo tanto con derechos humanos viven en casas de latas, sin acceso al agua potable, sin acceso a educación pública de calidad que forme ciudadanas y no sólo mano de obra barata, pienso en la gente que no tiene acceso al vestido, al deporte y la recreación, personas que no tienen que comer, que no tienen acceso a la salud. 
Pienso en los pueblos indígenas a quienes les queman sus casas “de manera regular”, de los campesinas sin tierra para producir. Pienso en las personas migrantes, que diariamente deben soportar el consabido “Nica hijo de puta”, "Nica puta", "Nica regalado" "Te estás robando las medicinas y la Caja Costarricense del Seguro Social. Que rápido olvida la gente que quienes han robado a la Caja han sido un sinnúmero de políticos hoy se pasean ostentando sin pudor su riqueza,ante la gente que no tiene que comer.
El video muestra un San José como imaginado, no el de los embolletamientos, no el de las casas que se caen, de la gente en exclusión que vive a la orilla de los ríos, corriendo a las 4 de la mañana a buscar cita en la CCSS, 
El Valle Central, tan clase media y urbano, pero es que Costa Rica es más que el Valle Central y los pueblos bucólicos de la yunta, el trapiche y la señora de delantal y el hombre del pelo en pecho y “machete en su cutacha”, o el de un Guanacaste que en su imagen del “pampero” domando el ganado, la señora haciendo tortillas de maíz en el aire y los niños de sonrisas blancas. El de Limón: ¡Qué bonito es el Calypso y Puerto Viejo! pero que “vago son los negros”, el de los pueblos indígenas que bonito todo pero son "indios". ¿Las mujeres? ¡Qué buenas! pero las asesinamos que da igual. 
Sigan escondiendo la historia.
Respecto a mi vida, tan imaginada, con orgullo grito: Sí soy feminista,para los ignorantes una feminazi, Sí resisto y lucho cotidianamente, porque estoy hasta los ovarios de este sistema patriarcal, capitalista racista y colonial, y lucho por transformarlo, más allá de Facebook, un escritorio o de la lectura. Salgo a la calle a construir un feminismo desde abajo que sume todas las voces y las mujeres de todos colores.
¡También soy de PODEMOS! Y eso me llena de orgullo. Porque quienes me conocen, saben de mi compromiso y militancia política y que pongo el hombro y mis fuerzas para sumar mi voz a la construcción de mundos mejores. 
Ah, yo tampoco envidio los "goces de Europa", sencillamente porque esos "goces" no existen y esta Europa hay que construirla con todas las voces y desde abajo,
Sigan ustedes con su pandereta o con su miedo a perder privilegios.
Continúo con mi activismo y reflexión desde un feminismo que sea capaz de transformarlo todo, desde la raíz, porque como dice el himno de la Huelga del Día Internacional de las Mujeres, #8M, "este mundo no nos gusta y lo vamos a cambiar".
Pero del feminismo de escritorio y timorato, blanco, clase media urbana, de ese paso.
A quienes hicieron el vídeo, más en la cara les señalo: Sí Costa Rica es un país racista, xenofóbico, misógino, lesbófobo, violento esconde debajo del Pura Vida, su propia historia. Ahí en su vídeo repleto de ignorancia y violencia machuna y racista, da razón a mis palabras.

Ana Marcela Montanaro Mena. 
Madrid, 26 de febrero de 2018

sábado, 10 de febrero de 2018

De mitos, mojigatería, verdades y violencias.


El domingo 4 de febrero, hubo elecciones en Costa Rica. Resultó vencedor Fabricio Alvarado, el mercader de la fe, que se hace llamar "cantante de música cristiana" y ungido por su dios que lo ha designado para gobernar Costa Rica, le siguió Carlos Alvarado un ex ministro del oficialismo PAC, con un discurso y praxis neoliberal progresista sobre Derechos Humanos.

A raíz de esto, participé en Foro Abierto, un programa al que a veces me invitan a debatir.
"Costa Rica es un país, en el que muchos, se creen y viven de mito de que el país es la Suiza Centroamericana. Un país que piensa como el "más feliz del mundo" y en el que todo es "pura vida". 

¡Qué va! somos un país lesbófobo, homofóbico, misógino, clasista, racista y violento.
Costa Rica es un país violento, no solo por la llamada "inseguridad", sino porque es un país que quiere que todos seamos "igualiticas", que no acepta a quien se salga de la norma establecida. Es una violencia simbólica muy fuerte.

Sí Costa Rica es igual que el resto países, pero vamos de que todo es muy "pura vida".
Un país incapaz de sentirse parte Centroamérica y se asume con tufo petulante a superioridad".
A raíz de lo que dije y cuestioné, se ha generado en Costa Rica un revuelo que alucina.
El vídeo del programa completo fue editado y se hizo viral en Costa Rica. A mi me llegó vía whatsapp, es un extracto del programa que se llevó a cabo el lunes por la mañana hora de Madrid.


Se viralizó de tal forma que llego a la conclusión que lo que dije tocó las fibras de eso que llaman "la identidad costarricense", sobre todo el "pura vida de la Suiza de Centroamérica".
Los comentarios que la gente realiza son de todos los tipos, muchos de ellos en extremo violentos. Otros entienden lo que dije. Mi chat de messenger está repleto de palabras que pretenden ofenderme y algunos de ellos expresan amenazas de muerte a mi y a mi familia. También hay un par de mensajes, que reconocen con dolor que en este momento la idea mítica de Costa Rica se les cae a pedazos. 

Lo que expresé en ese programa, lo he pensado, dicho y escrito toda mi vida: en mis clases, en mi vida cotidiana y en donde se me ha dado la gana. De paso, agradezco a mi padre y a mi madre que me enseñaron a pensar y sobre todo a no tener miedo. Así que no me vengan a decir, con que voy de "europea" ni de que nada, que igual puede hablar sobre la ficción de España, su corrupción,   monarquía,  su racismo y demás cosas no resueltas..

Crecí en un pueblo de montañas en el Valle Central de Costa Rica, del que atesoro la experiencia de gente maravillosa y valiente con quienes coincidí y compartí en la calle, en mi profesión y en mi militancia. Otras personas, realmente me caen muy mal.
Soy Ana Marcela, Marce para mis amigas y para quienes me quieren. Soy una mujer, feminista, inteligente, de boca y pies libres, comprometida políticamente. Un día, hace como 4 años, agarré dos maletas y salí de Costa Rica. Sin beca alguna, ni nada de nada y me vine a buscar la vida a Madrid. Más detalles se los pueden inventar.

A quienes hacen elucubraciones, les señalo: 1.No le busco votos a nadie. 2. Me tiene sin cuidado lo que piensen sobre mí. 3.- No me dan miedo sus amenazas. 4. Y me importa un bledo ser políticamente incorrecta. 5- Lo personal es político.
Sí soy despeinada, pero soy inteligente y vivo como decido y eso "está mal visto", pero es tan gratificante. 

“Y así es por cuanto, como mujer, no tengo patria. Como mujer, no quiero patria. Como mujer mi patria es el mundo entero”. 

Virginia Woolf


Ana Marcela Montanaro Mena
Madrid, 10 de febrero e invierno, 2018