jueves, 28 de diciembre de 2023

No es un hecho aislado, se llama patriarcado.





 


El 24 de diciembre Costa Rica amaneció de luto. A la vuelta de la casa de mis padres, en San Ramón, Braidyn Badilla Bolaños fue asesinada por su pareja. Ella, una chica lista, trabajadora, alegre, valiente y con toda una vida por delante. Es un feminicidio, que sacude nuestra tristeza.
El feminicidio de Braidyn, nos hace llorar, al tiempo que nos pone de frente, en nuestras caras y corazones, que la violencia machista es letal, que la violencia contra las mujeres está presente en nuestro andar cotidiano, aunque la escondamos, aunque a veces cerremos los ojos, o no la podamos ver.
No es un hecho aislado, no es un asunto individual, es una tragedia colectiva. No es un caso aislado, se llama patriarcado.
Es doloroso comprender que la violencia machista se ensaña, y se ha ensañado, con nuestras amigas, vecinas, hermanas, hijas y también con nosotras mismas.
Cuántas veces, pasamos por alto las alertas; los gestos violentos, reímos los chistes, las descalificaciones, justificamos el control, minimizamos las amenazas y justificamos los celos. Y nunca falta, alguien en la conversación, que diga sin inmutarse: “la golpearon porque se lo buscó; la violaron porque se lo buscó”.
En el feminicidio, siempre hay una responsabilidad social: el silencio colectivo que se hace cómplice de la violencia machista.
Ninguna mujer merece ser asesinada, y menos en manos de quien dice amarla. Y no, no fue un loco, quien cometió este crimen, el asesino es un hijo muy sano del patriarcado.
El patriarcado impone la violencia, y construye la desigualdad entre mujeres y hombres, crea masculinidades controladoras, violentas, que desprecian al débil y justifican las agresiones y la crueldad, como forma de expresar el poder.
Las feministas hace ya mucho que lo decimos, lo estudiamos, lo alertamos: Vivimos en sociedades machistas, profundamente misóginas y violentas. Aun así, hay voces que nos dicen locas, exageradas y hasta algunas gentes, se atreven a decir que la violencia machista no existe en el país del pura vida.
Es muy doloroso ver que Braidyn, tenía como foto de perfil en su Facebook, su cara sonriente enmarcada con la frase “Nací para ser libre y no asesinada” y fuera de las redes sociales, en la realidad, su pareja la agredía.
A veces, pareciese que el feminismo se ha vuelto moda, tan de moda que no está en ningún sitio de manera seria y profunda. No, el feminismo no es moda, ni un objeto de consumo.
El feminismo dista mucho de ser una frase que enmarca fotos en facebook, dista mucho ser la banalidad o frivolidad al estilo Shakira, del feminismo Barbie, de las discusiones banales en redes sociales, o de perreo del reggaeton.
El feminismo no son memes, o reels, algunas veces sin sentido, el feminismo es la creación de espacios libres de violencia. Y que todas, podamos regresar a casa solas, a la hora que nos dé la gana y si queremos, también borrachas.
El feminismo, es alzar la voz contra la violencia machista, es una lucha histórica por el buen vivir, la igualdad y la libertad de las niñas y mujeres.
El feminismo es un asunto serio, porque se trata de nosotras las mujeres, que somos la mitad de la humanidad.
El feminismo está en nuestra memoria larga, un camino de lucha que iniciaron quienes nos antecedieron. Es una forma de enfrentar la vida, en lo individual y en lo colectivo,
El feminismo nos da fuerza y valentía para apropiarnos de nuestros derechos, es algo así como convertirnos todas defensoras populares las unas de las otras, de saber que nos tenemos como una tribu amorosa y solidaria; porque si tocan a una nos tocan a todas.
El feminismo nos enseña a no pasar por alto las alertas machistas, porque si hay control, celos, descalificación y manipulación, ahí no es, eso no es amor, eso es violencia machista. Es el ponernos las gafas violeta, y percatarnos que el machismo se expresa de muchas maneras.
El feminismo es poner la vida en el centro, son programas de prevención, educación, cuidado y sensibilización. Es construir la justicia.
Ante el horror de la violencia feminicida, el punitivismo resuena después de la tragedia y que se ponga al responsable en el cadalso. Hay gente pide a gritos la venganza como sinónimo de justicia.
Se construye un discurso en nombre de los derechos de las mujeres, y feminista, que alienta el punitivismo, el aumento de las penas de cárcel, pero sin buscar combatir las causas estructurales, culturales, económicas de la desigualdad que existe entre mujeres y hombres, esa que abre paso a la violencia feminicida.
La justicia, no es la venganza, ni tampoco son los ajusticiamientos. Sí, el hombre responsable del asesinato de Braidyn, debe enfrentar un jucio. Sí, debe responsabilizarse del hecho violento y cruel que perpetró. Sí, debe enfrentarse a un juicio y asumir la pena correspondiente. Sí, el Poder Judicial debe cumplir con su parte y ser garante de la justicia.
Pero la cárcel por la cárcel poco resuelve y más bien alienta la violencia.Tampoco lo resuelve el ojo por ojo, ni más sangre, ni más dolor, nos dará paz ni libertad. Solo una nueva dimensión del valor de la vida, necesitamos erradicar la desigualdad y el machismo de la sociedad, para construir sociedades que garanticen la vida digna y el buen vivir.
La justicia feminista, implica que quienes son víctimas de la violencia machista puedan tener la certeza de que se sienten las responsabilidades dentro del marco de la ley, se sienten las responsaibilidades individuales.
Las instituciones y el estado, deben asumir las responsabilidades que le corresponden: tomar acciones para prevenir, erradicar y sancionar todas las formas de violencia contra las mujeres.
La justicia feminista, es la búsqueda de la verdad, justicia y reparación, pero sobre todo, una garantía de no repetición; que estos hechos no ocurran nunca más,
La justicia, es también un proceso de memoria colectiva e histórica, para que el feminicidio de Braidyn no quede como un hecho aislado.
¿Qué redes de cercanía y solidaridad tenemos a nuestro alcance? ¿Tenemos las mujeres realmente libertad, para decidir sobre nuestras vidas, nuestros cuerpos y nuestro andar?
¿Qué estamos haciendo como comunidad e individualmente, para construir y alcanzar la igualdad entre hombres y mujeres? ¿Qué estamos haciendo para conseguir la justicia social y una comunidad de paz?
Apremia un trabajo pedagógico, liberador feminista, enfocarnos en construir relaciones sanas entre seres humanos.
No justificar nunca más las relaciones de masculinidades agresivas y las relaciones de poder /control /sumisión; dominio/posesión y entrega; porque no son sinónimos de amor y afecto.
Y en este tema el feminismo, es central. Los hombres deben ser parte de la lucha, es necesario que ellos asuman su responsabilidad en erradicar el machismo, y construir una sociedad, un barrio, una familia de iguales y libre de violencias.
Requerimos programas de educación para la igualdad entre hombres y mujeres; en relaciones afectivas, emocionales, sentimentales.. Despatriarcalizar lo cotidiano.
Construir lazos del buen vivir en lo que nos une y en lo que nos separa. No avalar, ni reproducir, discursos de odio, sexistas, machistas, racistas, xenófobos, ni de rechazo a lo diferente.
Se requiere de una institucionalidad pública con perspectiva de clase y feminista que garantice los derechos sociales, que llegue a todos los sitios y nos alcance a todas.
Urgen mecanismos para evitar la repetición de la violencia machista, requerimos espacios para promover la reflexión sobre la ética del cuidado y los lazos de solidaridad, construir comunidad y sabernos parte de ella, en lo cotidiano y no solo en la fugacidad de la tragedia para quienes miran las redes, o en la permanencia de lo trágico, para quienes lloran a Braidyn.
Defender la vida, es defender el buen vivir. Es acuerparnos todos los días y sabernos que juntas somos fuertes. Nos queremos en paz, alegres y vivas, nos queremos libres, felices, plenas, sin miedo y con las necesidades materiales cubiertas.
Recuperemos la fuerza de la memoria colectiva, para que nunca más tengamos que gritar, ni una menos, ni una más.
Construyamos un feminismo cotidiano, de lazos fuertes, amplios y no como guerra. Así también, podremos honrar la vida de Braidyn, su legado, su fuerza, amor y su sonrisa.
Para toda la familia de Braidyn, en especial para su madre, Kattia, a quien recuerdo con gratitud , mi solidaridad, cariño, mi respeto absoluto y un abrazo profundamente humano.
Vivas y libres nos queremos. ¡Basta de patriarcado criminal!

Para que las flores renazcan siempre.

Por la memoria, esa que nos hace humanos.

Ana Marcela Montanaro
AMS, 26 de diciembre 2023




domingo, 9 de abril de 2023

Enfermedad, muerte, facebook y tik tok

 

El fallecimiento del periodista Gerardo Zamora, conmueve a Costa Rica. Sin duda, una triste noticia.
Desde hace un tiempo el cáncer que lo aquejaba, generó en redes un espectáculo y una exposición mediática de la enfermedad.
Desde ayer y luego del fallecimiento del periodista, las redes en Costa Rica muestran sin pudor la glorificación religiosa en toda su magnitud. La religiosidad costarricense es cotidiana, pero este caso la muestra en su esplendor.
Su muerte, fue el capítulo que culminó el recorrido del espectáculo de la exaltación religiosa del dolor, la enfermedad y la idealización de una mítica feminidad. Alucinante. Vida, enfermedad y muerte. Neoliberalismo, religiosidad y sacrosanta sumisión femenina. La Caja Costarricense del Seguro Social convertida en una sucursal de milagros divinos.
Las redes sociales, la prensa y parte del cotilleo rosa costarricense pusieron el foco en la enfermedad, la muerte y la redención a la vida eterna. Mostraron las redes sociales a un hombre enfermo gravemente y a su mujer, bonita e inteligente, que no dejó de cuidarlo. La familia vista como perfecta, con recursos económicos, blanca y educada. Una pareja de personas guapas, marido y mujer y sus dos criaturas. Que luego fueron tres. El difunto cuasi santificado y la mujer que lo cuidó con aire virginal, de la perfección de la femineidad maternal inexistente, pero que pervive y vende.
Nadie puso el foco en el reparto de los cuidados y la obligación estatal de asumirlos. Tampoco, se habla de la crisis de la salud púbica y de la crisis que enfrenta la Caja Costarricense del Seguro Social, a causa de los recortes provocados por los políticos de ayer y los de hoy.
La pareja de profesionales periodistas, ambos con un manejo impecable del verbo, pusieron a la venta la imagen, la enfermedad, la cotidianidad y la muerte. Y muchas personas fueron convertidas en espectadores.
Para las navidades pasadas, la pareja fue al Hospital México , uno de los más grandes que tiene la seguridad social costarricense, pero en lugar de llamarlo por su nombre lo bautizaron como “fábrica de milagros” y fueron a repartir panetones Bimbo a los funcionarios sanitarios, personas que son imprescindibles para que el derecho humano a la salud sea garantizado en la vida digna, en la enfermedad y en la muerte digna.
Algo que me llamó la atención es que la pareja de periodistas,no mencionó la salud como derecho sino como “milagro”. Para proceder luego, eso sí, a repartir los panetones, al tiempo que anunciaban la marca comercial agradeciendo con especial estima angelical, a los funcionarios que sostienen la vida en un hospital público. Todo giraba en los milagros. No hicieron ni uan sola referencia a la importancia de la Caja Costarricense del Seguro Social. Ni siquiera mencionaron una palabra sobre el valor humano de los servicios públicos, sobre la necesidad de los cuidados y la obligación del estado en procurarlos.
En aquel vídeo, no hubo ni siquiera una palabra en defensa del derecho humano a la salud y la importancia de la solidaridad en una comunidad.. Al contrario, en ese video sí hubo una mención especial a Bimbo y sus panetones. Todo Dios. Todo marcas comerciales.
Y luego nos preguntamos ¿por qué en Costa Rica no hay un movimiento fuerte en defensa de la salud pública?
Que no quede duda, para la mayoría de la población, lamentablemente, la salud es vista como un milagro y la caja asumida como una fábrica de milagros, al mejor estilo Disney.
Mientras tanto, me repito como mantra, que los hospitales no son fábricas de milagros,que la sanidad pública se sostiene con el pago de las cuotas de la seguridad social, porque es un derecho de la gente y una obligación del estado brindar salud pública a la población en igualdad de condiciones. Que la seguridad social costarricense es una de las mejores que hay en América Latina y que es reconocida a nivel mundial.
Y si bien la gente tiene derecho a creer en los milagros, la seguridad no se sostiene por milagro, tiene presupuesto público, porque es reconocida constitucionalmente, y porque los seres humanos tenemos derecho a la salud pública de calidad. Que el personal santario merece condiciones dignas en su trabajo, personas que forman parte de un sistema que garantiza la salud a la gente costarricense, sin mirar si es rico o pobre, estudiado o analfabeto.
Ayer mismo, luego del lamentable fallecimiento de Gerardo Zamora, un hombre Richard Gerli, pastor, consejero religioso de los Hombres de negocios, escribió en sus redes sociales,que a solicitud de un profesional en psicología, logró que Gerardo entregase su vida a Jesús. Divulgando, la vida privada del periodista y su mujer. La esposa sumisa, y el enfermo, que un tiempo caminó a la deriva, todo de acuerdo a lo que dice el señor.
La enfermedad, la muerte, el dolor convertido en un espectáculo religioso, avalado por la gente; la de a pie, la de autobús y la del cochazo. Todo una mercadotecnia al mejor estilo del bimbo en tik tok. Toda la exaltación de la religiosidad.
Los terceros convertidos en audiencia asisten a un espectáculo. La enfermedad y la muerte convertidas en un espasmo comercial. Un duelo, al mejor postor. Los discursos religiosos, con pompa y esplendor, como si no bastasen los de la Semana Santa. como si no bastasen los de los pastores de atril y curul.
Y todavía nos preguntamos acerca de las razones del avance del fundamentalismo e integrismo religioso en Costa Rica. Hoy por las redes, toda esta deriva de la religiosidad es expuesta sin recato. Aplaudida por las mayorías y expuesta por unos y otros, también por les unes y les otres.
Los medios de comunicación sacan provecho del duelo con una nauseabunda religiosidad. Hay un silencio en redes frente a este espectáculo, supongo que hay afectos de por medio. No lo sé, tampoco me interesa. A mi esto me resulta de lo más grotesco. La espectacularización religiosa del dolor.
En medio de esa mezcla de miedo y repugnancia afirmo: Costa Rica país plagado de silencio endogámico, conservadurismo; además de hipócrita, misógino y clasista. Racista, muy racista. Familia, Dios y propiedad privada. Enfermedad, muerte, facebook y tik tok.
¿Intimidad?, de eso es mejor no hablar, esa no vende.
Que la tierra le sea leve a Gerardo.
A su familia, paz.
Ana-Marcela Montanaro