sábado, 18 de septiembre de 2021

Luces artificiales



 Costa Rica conmemoró el 15 de septiembre 200 años de la independencia política de  España. Las celebraciones institucionales fueron rimbombantes, por lo alto, lo bajo  y alumbradas por la prensa.

Hace 200 años,  Costa Rica dejó de ser formalmente una colonia y se convirtió en una democracia criolla insuficiente, violenta y excluyente, pero revestida de mitos de paz, igualdad y felicidad. La Costa Rica del bicentenario, la Costa Rica imaginada. La de las luces artificiales y del buen vestir. La de la estética criolla. La Costa Rica mítica, de los igualiticos y hermaniticos. La de la puritica vida.  Todo colorido y tan hipócrita.

Abundancia de juegos  pirotécnicos para unos cuantos, mientras la oscuridad, el sufrimiento y el silenciamiento de la exclusión,  para miles de personas empobrecidas, sin acceso a la vida digna.

La Costa Rica desigual, la de las banderas, la patria pacífica y diseñada para creer sin ser. El país del bicentenario criollo, violento contra los pueblos indígenas y grupos empobrecidos.


El país empresarial del egoísmo bicentenario, de salarios que no alcanzan. La democracia de la libertad del empoderamiento y emprendedurismo,  la aspiración de tocar el cielo y a tener amiguetes políticos o narcos. La Costa Rica de políticos de todo color y tamaño que dan la espalda a la gente.

El país los fragmentos y segmentos de derechos humanos y reconocimiento identitario sin redistribución  de la riqueza. Sin debate democrático.

Todo bucólico y hipster. Tan de los derechos de las mujeres, para algunas mujeres. La Costa Rica de los feminismos prósperos, de las mujeres del éxito y aborto ya, pero sin que a ellas les importe la pobreza y marginación de miles de mujeres. Tan LGTBI, de colores pero sin compromiso por vidas dignas que merecen la pena ser vidas. 

La Costa Rica Ideal (como la marca de leche) sin Centroamérica y ojalá sin nicas. La democracia insuficiente, criolla, racista, clasista que destila violencia, patriarcado, injusticia y sufrimiento.

Los políticos criollos sean progres o religiosos neoliberales, católicos, evangélicos, todos mediocres, pero  brilla el nacionalismo.  Políticos sin creatividad, tan neoliberales y egoístas, pero tuanis. Todo es tan falso, tan imaginario y tan pintoresco.

Los éxitos presidenciales del Bicentenario de la democracia criolla. Carlos Alvarado y su mujer, compartiendo fotos de ciudades alrededor del mundo alumbradas artificialmente de luces blancas, azules y rojas

La celebración. Todo es tan bonito, tan próspero, tan imaginado, tan falso… 

Basta de postureo y espejismos. Urge la Justicia social, feminista-antirracista completa y no en fragmentos criollos de hipocresía. 


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