Leyman Muñoz Aguirre: Cinco años de ausencia.
Recuerdo el día que nos
conocimos, era nuestro primer año de universidad. Vengo de Esparza y vos, ¿quién
sos? me preguntó. Charlamos sobre literatura
y por supuesto de política. A
partir de esa conversación nos hicimos amigos ,nos unimos por 22 años y por
toda la eternidad.
No sé cuántas veces lloramos juntos.
Aunque era yo quien más lloraba. Siempre
tuve su hombro, su abrazo, su optimismo y por supuesto su risa. Nos unía
también el dolor. Ese dolor profundo y complicado de explicar, ese que la gente
no entiende ni se preocupa por entender, lo vivimos desde la complicidad y el
amor de la amistad. Lo compartimos, al igual que compartimos el pan.
Pero a pesar de ello muchas más
fueron las risas y alegrías que nos regalamos. Vivimos momentos felices, como
el nacimiento de Jorge Arturo, mi hijo, y pocos meses después el nacimiento de
Néstor Felipe, el hijo suyo y de Yanory, su compañera en aquél momento. Fuimos
padres y madres jóvenes teníamos apenas veinte años.
En los pasillos de la Universidad
de Costa Rica - Sede de Occidente, nos hermanamos y abrazamos luchas e ideales.
Para la Huelga Nacional de 1995 en contra
el Pacto del bipartidismo conocido como Figueres- Calderón. Él, Yanory y yo,
nos inventamos el Frente Estudiantil, una organización constituida por tres
personas. Pero con ese nombre tan pomposamente revolucionario, logramos hacer creer que éramos una multitud
de estudiantes chancletudos o perro flautas como dirían en España, dispuestos a
tomar la Facultad de Derecho.
Nuestra “organización” logró movilizar a otros sectores del
movimiento estudiantil y entre todos hicimos que la junta directiva de la
Asociación de Estudiantes de Derecho plegada a los intereses del gobierno, echase
para atrás y cambiara su posición respecto al movimiento huelguístico.
En marzo de 2000, llegué con los
ojos llenos de lágrimas a su casa; "Leyman nos están robando el ICE",
nos miramos y con pausa me dijo vamos a hacer algo. Sacó unos pliegos de papel,
hicimos carteles y nos fuimos a empapelar San Ramón, el pueblo donde vivíamos.
Ese domingo por la noche en complicidad,
inició para nosotros la lucha que se hizo multitudinaria por la defensa del
Instituto Costarricense de Electricidad conocida como Combo del ICE.
El Combo fue
una de las gestas del movimiento social que en Costa Rica tomó las autopistas,
las calles, los puentes y hasta el Congreso. Exigíamos la no privatización de la energía eléctrica, la telefonía y pidiendo literalmente a gritos un cambio en la dirección
política del país. En San Ramón conformamos el Comité Cívico de Occidente que aglutinó a una gran cantidad de personas y desde esa instancia horizontal y asamblearia, dimos una lucha clara y amorosa,
Leyman y yo una vez nos peleamos, pasaron
unos meses y la vida nos reencontró. Nos abrazamos y volvimos a reír juntos. Hermanos
por decisión mutua, amigos, colegas, cómplices; eso y más fuimos y aún siento que somos.
Hombre brillante, de verbo impecable, un jurista sin alardes, poeta de más de mil palabras y silencios, apasionado en todo lo que hacía. Era de las personas con quien más
me he reído, poseía un exquisito, inteligente y refinado sentido del humor con las dosis
adecuadas de sarcasmo. Vaya montón de tonterías profundas podía decir en medio
de un debate o tomando una cerveza mientras arreglábamos el mundo.
A veces lo abrazo en ausencia, le
cuento lo que me pasa, le pregunto mis dudas jurídicas y existenciales. Lo miro en las fotos y en el atrapasueños que me dejó de regalo. Escucho
sus carcajadas rompiendo mis silencios y sus dicharachos que a cualquiera
descontrolaban.
Leyman no te fuiste antes de
tiempo, te fuiste en el momento que era el justo y preciso. De mi parte agradezco
el saber que a pesar de la ausencia física seguirás siendo mi hermano.
Yo tampoco Marce, no hay día en que no lo recuerde...
ResponderEliminarConmovedor.
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