jueves, 8 de octubre de 2020

A trece años del referéndum del Tratado del Libre Comercio

El 7 de octubre de 2007 fue el Referéndum  para decidir aprobar o no  el Tratado de Libre Comercio  Costa Rica- Estados Unidos. Mi voto fue NO.  Ganó el Sí y con ello la profundización del modelo neoliberal, la pobreza y la tristeza 



Hoy trece años después, mi corazón sigue  diciendo con fuerza un NO.

Aquel domingo voté con el profundo amor que tengo por la gente que tiene hambre, por la gente que no llega a fin de mes, por las madres que no tienen nada que darle de comer a sus criaturas. Voté con un gran amor por  quienes cultivan la tierra de un agro despedazado, por los pueblos indígenas que son cuerpos territorios violent

ados y asesinados, por  las migrantes explotadas. Dije No, por los suelos destrozados por la expansión del cultivo de la piña manchada de sangre, la piña que en Europa se consume desde el exotismo.  

Sigo diciendo no a la violencia feminicida neoliberal que arrasa vidas, cuerpos y territorios. 

Hoy la realidad salta la cara, una Costa Rica desigual y enfadada.

Hoy en Costa Rica, el país donde nací,  muchas personas  se manifiestan y toman las calles, hoy se manifiestan personas trabajadoras, las que no son emprendedoras de empanadas y demás retóricas  neoliberales, hoy no están los universitarios educados, hoy están en las calles personas sucias, sudadas, empobrecidas. Personas excluidas del relato de la democracia de la Costa Rica imaginaria. 

Personas que comen un gallo de salchichón y bailan en medio de la violencia. La gente de la alegre rebeldía .

Mientras tanto, la intelectualidad criolla y urbana que se dice progre, feministas de la prosperidad y políticos hipster, con arrogancia y pedantería, miran con desprecio a quienes ponen el cuerpo, cosa que los sabiondos nunca han hecho.

Desde sus ordenadores  toman  vino y cerveza artesana, atragantados de arrogancia mientras escriben sus posts y comentarios con palabras de desprecio hacia los seres humanos que hoy en las calles, reclaman su derecho a ser y a vivir dignamente 

Mi corazón y amor, también sigue allá con la gente que hoy reclama con valentía su derecho en la historia.

Desde aquí y donde quiera que esté, seguiré aportando mi fuerza para que las vidas merezcan ser vividas y seguiré diciendo No a la injusticia.

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